domingo, 29 de junio de 2014

De diálogos y pactos feministas ...

Carmen Castro
Compartimos este artículo escrito por Carmen Castro, economista feminista creadora de SinGenerodeDudas 

Llevo tiempo dándole vueltas y cada vez tengo más clara la necesidad que tenemos de articular diálogos y pactos feministas; es algo que pensamos muchas feministas con trayectorias diversas, y no se trata de ninguna innovación ni excentricidad, sino la constatación de un hecho cada vez más evidente. Sin embargo, salvo algunas avanzadillas y propuestas concretas, los procesos se eternizan y no acaban de cuajar -algunos incluso se quedan en meras intenciones-.

Así es que me pregunto insistentemente ¿qué pasa, por qué la articulación de pactos feministas no avanza más rápido?

Creo que nos tienen entretenidas. La ofensiva patriarcal contra las mujeres es tan virulenta que están consiguiendo que gran parte de la energía y atención del movimiento feminista esté puesta casi exclusivamente en defender lo más básico: el derecho a nuestra integridad física, psíquica y el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos y sexualidad; en definitiva a defender la base para una vida libre de violencia: la consideración mínima de ser personas. Y mientras nosotras mismas nos vamos agotando, no hay tiempo casi para percatarse de cómo nos va a afectar el nuevo orden económico que está emergiendo de las políticas criminales [neoliberales y patriarcales], porque cada nuevo paso, cada nueva perla anunciada por el gobierno nos acerca más a la no ciudadanía, a la pobreza, a la carencia de servicios públicos y significa una vuelta de tuerca más a la opresión de género multidimensional. 

Aunque el diagnóstico lo tenemos claro, no siempre conseguimos aunar esfuerzos en la acción política colectiva. Así que hay que seguir insistiendo en que es más lo que nos une que lo que nos separa, y que nos iría mucho mejor si conseguimos articular acciones coordinadas y descentralizadas en vez de estar dispersas y suspicaces ante posibles propuestas de feminismo en red. Como dice Marcela Lagarde el feminismo es profundamente insistencialista, universalista y posibilitador de sinergias emancipadoras; desde ese lugar  de interpretación es desde donde escribo y actúo como feminista.

En estos últimos meses he participado en varias jornadas feministas convocadas con el objeto de elaborar un pacto feminista de mínimos de consenso para la agenda feminista compartida. Valoro y agradezco este tipo de acciones, porque dan cuenta de la necesidad emergente y del interés creciente que tenemos en trabajar por los pactos feministas y en conseguir unidad de acción compartiendo una agenda feminista común; y también me provocan algo de desazón al comprobar, en retrospectiva, lo que cuesta integrar propuestas ya existentes sobre las que seguir avanzando, en vez de pretender empezar de cero cada vez.


En el feminismo nunca se empieza de cero; al reconocernos como iguales y otorgarnos mutuamente la autoridad, recogemos también el testigo de quienes nos han precedido, incluso siendo contemporáneas nuestras. El reto no está en competir por el poder o la representación pública, sino en construir relaciones sinérgicas. Que quienes compartamos una visión e interpretación feminista de la vida, sumemos visiones y acciones que nos permitan superar lo fragmentario, lo excluyente, lo binario patriarcal; y que, desde la empatía y el sabernos pioneras, seamos capaces de articular procesos de diálogos y reencuentros de nuestras diversidades, capacidades, conocimientos, experiencias, voluntades, deseos y decisiones de acción conjunta.

En este sentido, hay ya algunas propuestas en el estado español que me gustan especialmente, porque creo que son piezas claves para construir ese encuentro dialógico entre feministas:

·         La iniciativa global de Pacto Feminista por las mujeres, elaborado desde la Plataforma Feminista del Ateneo de Madrid.
·         La iniciativa ‘Diálogos Feministas entre comunidades‘ en la que han participado 50 asociaciones de mujeres de 8 comunidades autónomas (Galicia, Asturias, Navarra, Euskadi, Cataluña, Valencia, Madrid y Andalucía) y que han consensuado un plan de acción común para una mayor incidencia política, articulado desde la Federación Feminista Gloria Arenas a través del proyecto Ruta Violeta.
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Además ha habido otras muchas iniciativas con valor sumativo para ir generando sinergias entre mujeres, como la iniciativa de la Plataforma Feminista de Alicante de articular un pacto entre mujeres por los derechos sexuales y reproductivos y la interrupción voluntaria del embarazo que, si bien no consiguió su cometido de conseguir que las parlamentarias suscribieran un “pacto entre mujeres que garantice los derechos sexuales y reproductivos y la interrupción voluntaria del embarazo, haciendo valer su condición de Parlamentarias, ejerciendo como nuestras legítimas representantes y oponiéndose a cualquier reforma de la actual ley que signifique un retroceso en los derechos adquiridos por las mujeres”, puso en evidencia la #alertafeminista en la que estamos en el estado español y la dificultad de impulsar alianzas entre mujeres cooptadas por las estructuras jerarquizadas de sus partidos políticos y el orden social de género que se impone desde los mismos.

También desde el Foro Feministes de Catalunya se impulsó la iniciativa de realizar un acuerdo de mínimos con movimientos feministas de Catalunya, hombres y mujeres de realidades ideológicas distintas, con el objetivo de que se incluyan en los programas políticos de todos los partidos representados en el Parlamento catalán, 9 exigencias básicas para mejorar la situación de las mujeres como consecuencia de la crisis económica y los recortes sociales. Esta iniciativa se impulsó en el marco de la celebración del 8 de marzo de 2014, en la que se presentó un manifiesto "exigencias básicas mínimas para incluir en los programas electorales" de los partidos políticos, en torno al cual, se consiguió el apoyo de más de 250 firmas de personalidades muy diversas, hombres y mujeres, de la sociedad catalana.

Y así estamos, innovando, insistiendo y pactando por otro modelo de sociedad en el que la equivalencia humana sea uno de los valores que fundamente nuestra convivencia. Y claro está, seguiremos insistiendo,  y en el camino también iremos sumando diálogos y acciones; ¿te apuntas? 



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