Carmen Castro |
Compartimos este artículo escrito por Carmen Castro, economista feminista creadora de SinGenerodeDudas
Llevo tiempo dándole vueltas y
cada vez tengo más clara la necesidad que tenemos de articular diálogos
y pactos feministas; es algo que pensamos muchas
feministas con trayectorias diversas, y no se trata de ninguna innovación
ni excentricidad, sino la constatación de un hecho cada vez más evidente. Sin
embargo, salvo algunas avanzadillas y propuestas concretas, los procesos se
eternizan y no acaban de cuajar -algunos incluso se quedan en meras
intenciones-.
Así es que me pregunto insistentemente ¿qué
pasa, por qué la articulación de pactos feministas no avanza más rápido?
Creo que nos tienen entretenidas. La ofensiva patriarcal contra
las mujeres es tan virulenta que están consiguiendo que gran parte de la
energía y atención del movimiento feminista esté puesta casi
exclusivamente en defender lo más básico: el derecho a nuestra integridad
física, psíquica y el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos y
sexualidad; en definitiva a defender la base para una vida libre de violencia:
la consideración mínima de ser personas. Y mientras nosotras mismas nos vamos
agotando, no hay tiempo casi para percatarse de cómo nos va a afectar el nuevo
orden económico que está emergiendo de las políticas criminales [neoliberales y patriarcales], porque cada nuevo paso, cada nueva perla
anunciada por el gobierno nos acerca más a la no ciudadanía, a la pobreza, a la
carencia de servicios públicos y significa una vuelta de tuerca más a la
opresión de género multidimensional.
Aunque
el diagnóstico lo tenemos claro, no siempre conseguimos aunar esfuerzos en la
acción política colectiva. Así que hay que seguir insistiendo en que
es más lo que nos une que lo que nos separa, y que nos iría mucho mejor si
conseguimos articular acciones coordinadas y descentralizadas en vez de estar
dispersas y suspicaces ante posibles propuestas de feminismo en red. Como
dice Marcela Lagarde el feminismo es profundamente insistencialista,
universalista y posibilitador de sinergias emancipadoras; desde ese lugar
de interpretación es desde donde escribo y actúo como feminista.
En
estos últimos meses he participado en varias jornadas feministas convocadas con
el objeto de elaborar un pacto feminista de mínimos de consenso para la
agenda feminista compartida. Valoro y agradezco este tipo de acciones, porque
dan cuenta de la necesidad emergente y del interés creciente que tenemos en
trabajar por los pactos feministas y en conseguir unidad de acción compartiendo
una agenda feminista común; y también me provocan algo de desazón al comprobar,
en retrospectiva, lo que cuesta integrar propuestas ya existentes sobre las que
seguir avanzando, en vez de pretender empezar de cero cada vez.
En el
feminismo nunca se empieza de cero; al reconocernos como iguales y otorgarnos
mutuamente la autoridad, recogemos también el testigo de quienes nos han
precedido, incluso siendo contemporáneas nuestras. El reto no está en competir
por el poder o la representación pública, sino en construir relaciones
sinérgicas. Que quienes compartamos una visión e interpretación feminista
de la vida, sumemos visiones y acciones que nos permitan superar lo fragmentario,
lo excluyente, lo binario patriarcal; y que, desde la empatía y el sabernos
pioneras, seamos capaces de articular procesos de diálogos y reencuentros
de nuestras diversidades, capacidades, conocimientos, experiencias, voluntades,
deseos y decisiones de acción conjunta.
En este
sentido, hay ya algunas propuestas en el estado español que me gustan
especialmente, porque creo que son piezas claves para construir ese encuentro
dialógico entre feministas:
·
La iniciativa global de Pacto Feminista por las mujeres,
elaborado desde la Plataforma Feminista del Ateneo de Madrid.
·
La iniciativa y ejes de consenso para una agenda
compartida de economía feminista aprobada en el IV Congreso de Economía Feminista para regenerar la
democracia.
·
La iniciativa ‘Diálogos Feministas entre comunidades‘
en la que han participado 50 asociaciones de mujeres de 8 comunidades autónomas
(Galicia, Asturias, Navarra, Euskadi, Cataluña, Valencia, Madrid y Andalucía) y
que han consensuado un plan de acción común para una mayor incidencia política,
articulado desde la Federación Feminista Gloria Arenas a través del proyecto Ruta Violeta.
·
Además
ha habido otras muchas iniciativas con valor sumativo para ir
generando sinergias entre mujeres, como la iniciativa de la Plataforma
Feminista de Alicante de articular un pacto
entre mujeres por los derechos sexuales y reproductivos y la interrupción
voluntaria del embarazo que, si bien no consiguió su
cometido de conseguir que las parlamentarias suscribieran un “pacto
entre mujeres que garantice los derechos sexuales y reproductivos y la
interrupción voluntaria del embarazo, haciendo valer su condición de
Parlamentarias, ejerciendo como nuestras legítimas representantes y oponiéndose
a cualquier reforma de la actual ley que signifique un retroceso en los
derechos adquiridos por las mujeres”, puso en evidencia la
#alertafeminista en la que estamos en el estado español y la dificultad de
impulsar alianzas entre mujeres cooptadas por las estructuras jerarquizadas de
sus partidos políticos y el orden social de género que se impone desde los
mismos.
También
desde el Foro Feministes de Catalunya se
impulsó la iniciativa de realizar un acuerdo de mínimos con movimientos feministas
de Catalunya, hombres y mujeres de realidades ideológicas distintas, con el
objetivo de que se incluyan en los programas políticos de todos los partidos
representados en el Parlamento catalán, 9 exigencias básicas para mejorar la
situación de las mujeres como consecuencia de la crisis económica y los
recortes sociales. Esta iniciativa se impulsó en el marco de la celebración del
8 de marzo de 2014, en la que se presentó un manifiesto "exigencias básicas mínimas para incluir en los
programas electorales" de los partidos políticos, en torno al cual,
se consiguió el apoyo de más de 250 firmas de personalidades muy diversas,
hombres y mujeres, de la sociedad catalana.
Y así
estamos, innovando, insistiendo y pactando por otro modelo de sociedad en el
que la equivalencia humana sea uno de los valores que fundamente nuestra
convivencia. Y claro está, seguiremos insistiendo, y en el camino también
iremos sumando diálogos y acciones; ¿te apuntas?
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